viernes, 11 de enero de 2008

CROMATISMO

CROMATISMO

Desde mi muy particular punto de vista, decir poesía y decir cromatismo es casi una redundancia, aún cuando de entrada, es bueno definir que ese vocablo, según el diccionario, no es otra cosa que : coloración, relativo a los colores. Veamos

Tito Balza Santaella (1), por ejemplo, al referirse a la obra poética de Antonio Machado, específicamente a su libro Soledades, publicado en 1903, acota que el bardo sevillano trasmite al lector “…por los ágiles calificativos colorísticos, las impresiones cromátiacas, las sensaciones lumínicas que le alumbran los ojos y el alma, con maravillosa insistencia y le crean la conciencia de tener ante si a un poeta pletórico de riqueza y sensibilidad…” El crítico se detiene a analizar las veces que el poeta utiliza en los diecinueve breves poemas del mencionado libro, que de un total de 513 versos, existen 46 utilizaciones precisas de colores y aproximadamente 35 impresiones cromáticas de tonalidad menos definida (sensaciones lumínicas). Al agrupar los colores, desde el blanco, hasta el negro, límites mínimo y máximo, respectivamente a que pueden llegar los colores, el crítico acota que el poeta los menciona en el primer caso 10 veces y en el segundo caso 19 veces. Pero además el rojo aparece 10 veces, oro 7 veces, azul 5 veces, verde 5 veces, amarillo 4 veces, gris 3 veces anaranjado 2 veces y rosado 1 vez.

Este apego del poeta español hacia los colores, o referencias cromáticas, es común en quienes con mayor o menor fortuna se han expresado a través de la poesía. Al leer, más bien admirar, los poemas de Andrés Eloy Blanco o Rubén Darío, por ejemplo, encontramos un sin número de referencias cromáticas. Ya vimos que Machado pareciera inclinarse, movido por quién sabe cuáles motivaciones, hacia colores calientes como el rojo. Otros, al referirse a situaciones luctuosas lo harían por el negro, o el gris; otros, tal vez más festivos, al blanco y otras sensaciones lumínicas, como el claro. Pero existe un color en la madre naturaleza que determina la vida, pues el éter, el cielo hacia donde dirigimos constantemente la mirada, así como el mar, sobre todo a quines vivimos en la costa, refleja esa sensación de vida que nos inspira y nos da aliento para seguir existiendo. Me refiero por supuesto, al color Azul. En este sentido, en Venezuela, tenemos a un poeta emblemático, a Cruz Salmerón Acosta, quien entre los numerosos poemas que alcanzó a escribir en su atormentada vida, su archi conocido soneto AZUL, escrito desde su lecho de enfermo en su solitaria habitación de enfermo en Manicuare, aldea costera del Estado Sucre, el cual transcribimos a continuación:

AZUL

Azul de aquella cumbre tan lejana
hacia la cual mi pensamiento vuela
bajo la paz azul de la mañana
color que tantas cosas me revela.

Azul que del azul el cielo emana
y azul de este gran ar que me consuela
mientras diviso en él la ilusión vana
de la visión del ala de una vela.

Azul de los paisajes abrileños
triste azul de los líricos ensueños
que no calman los íntimos hastíos

Sólo me angustian cuando sufro antojos
de besar el azul de aquellos ojos
que nunca más contemplarán los míos.

Como decíamos antes, nadie escapa al influjo del cromatismo, menos aún a quienes hemos vivido a orillas de cuerpos de agua, tan significativos como el mar Caribe o el Lago de Maracaibo. El autor de la presente nota, fascinado por el mar de Quisiro, estado Zulia, no escapó de ese influjo, y entre las numerosas oportunidades que estuvo en esos parajes, pretendió ser sentencioso al producir sendos sonetos,

Y así escribió:

MARINA I

Cuando contemplo el mar estando a solas
y escruto las remotas lontananzas
pienso, que al igual que las olas
así ruedan también mis esperanzas.

Ellas vienen impetuosas a la orilla
muestran de espuma arquitectura incierta
y en el último momento, con la brisa
su airosa majestad se desconcierta.

Así mismo en la resaca de la vida
uno infunde ilusiones a su alma
y al obrar de esta manera aviva

Torbellinos crecientes en las aguas
mas, oh desilusión cuando se arriba
a la dura realidad, se desengaña.



MARINA II

Viendo ese mar y esa brisa
con azules y blancos alternados
me parece antojadiza espuma
la vida de ilusión y desengaño.

Allá en lo alto el azul es eterno
como lo es la luz que lo ilumina
las nubes a veces en el medio
del mar y del cielo difuminan.

Es cierto que las nubes lo matizan
y que es bello el contraste con el cielo
mucho más con la luz que lo ilumina.

Pero todo es transitorio, con el viento
las nubes se alejan y la luz invicta
del sol vuelve a brillas allá en el medio.


(1) Motivos Literarios, TBS asesorías Educativas, Maracaibo 2000